sábado, junio 21, 2008

Aquí estamos, yo y una masa ingente de opositores que esperan la salida del respetado y todopoderoso tribunal, que nadie ve en estos momentos, pero que todos sabemos que esperan en algún lugar de este centro educativo en el que ahora estamos. En sus manos nuestro futuro, un mero movimiento de muñeca y...¡¡zaass!!
Inmóviles, susurrantes y atentos ( mas que en el día de nuestro nacimiento ) aguardamos la salida de los honorables miembros por una puerta cerrada que callada recibe todas nuestras miradas. Saldrán, cantarán nuestros nombres y nosotros, cual prisionero se dirige al patíbulo, nos dirigiremos por el largo pasillo que nos espera, camino a un extraño proceso.
De repente, por fin, se abren esas puertas (cual piernas de la amada dama) y un hombre de aspecto serio e importante, rígido en su compostura, se clava en un metro cuadrado (su metro cuadrado que nadie osará a pisar) . Todos, se arremolinan en tropel a su alrededor en un movimiento instintivo y colectivo como el de las bandadas de pájaros que al unísono se mueven frente al viento. Todos lo hacen, menos yo, que fuera del grupo observo la escena mientras cojo impercisos apuntes. Algunos me miran extrañados, otros no tienen tiempo de entretenerse y clavan su mirada en la estampa tribunicia que ha hecho presencia en el porche del institutoto que nos acoge.
Pronto empieza a cantar los nombres de los convocados, que bajo una llamada anónima, publicada en un lugar de la red, han aparecido sin conocerse, sin hablarse, ante la mirada del gran hermano. Todos sabemos lo que hacemos allí, nadie pregunta nada, solo esperamos el transcurso de los acontecimientos. Acebes Colina, Maria del Carmen, silencio, Acosta López Jose Antonio, silencio,...
La frialdad se adueña de esta tarde tardoprimaveral-quasiestival, compartiendo presencia con la calor que las 16:30 de un 19 de Junio nos ofrece aquí, en Málaga. Si alguien llegara ahora pensaría que se encontraba en un entierro o en una novela de García Márquez. Quizás en eso se convierta mañana, día del esperado examen, en un entierro (si cae un tema desconocido) o en una novela de García Márquez.